miércoles, 1 de diciembre de 2010

Las verdades de los unos, y las verdades de los otros.

















Cuando uno encuentra su verdad, lo primero es, enseñarla o imponerla, ya que una verdad que no se transmite se soporta, estática e insípida se vuelve intolerable.

Uno tiene que aprender a convivir con su serpiente, ya que nuestras verdades son lo que nos representa internamente, nuestro yo arraigado en la ignorancia nos somete a destacarnos de los otros, como solipsismo crónico.

Las palabras lejos de ayudarnos, nos sumergen en dialéctica, porque lo que se siente no se explica si no tenemos interceptor que haya sentido lo mismo, el científico es mas creíble que el místico por que el científico ahonda en la superficie, y el misto lleva a la superficie lo profundo de su propio ser, ser que no es de nadie más que el suyo y nadie puede ver.

A veces creo que es mejor callarnos la boca cuando algo no trae a futuro otra cosa mas que anémicos parloteos dialecticos.

a lo que es la sociedad, la vida practica, y las urgencias del momento, aunque mas que momento, de todos los momentos, como la pobreza en el mundo, el hombre a decidido dividirse en ideologías, haciendo del peso de cada una, una balanza, el que opta por la norma y el que decide romperla son los dos sujetos que dan equilibrio al caos, haciendo que nada cambie, es que el caos es el equilibrio.

Es agónica la vida, pero mas agónicas son nuestras verdades.




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